top of page

Texto curatorial de la exposición Invasiones

Por Fernando Uhía, MFA, 

 

La cincuentera disputa que fue el motor de de las discusiones internacionales entre arte figurativo y arte abstracto parece aparentemente, totalmente olvidada y obsoleta dentro de nuestro “avanzado” siglo XXI. Son embargo, echando una mirada retrospectiva a lo hecho desde los primeros años sesenta, un observador desprevenido podría decir que, desde entonces, una fiebre figurativa se ha apoderado de la práctica artística y de la cultura en general. Un breve repaso a los movimientos POP, a los artistas del cuerpo, al boom de la nueva fotografía digital y sus disquisiciones acerca de lo real; a las exploraciones escultóricas de sitio especifico; al repetitivo cine comercial y su insistencia literaria en el viejo esquema novecentista de exposición- clímax-desenlace, a la música pop y su descriptividad vocal y elementariedad melódica; y , por supuesto, a la crudeza de los reality shows televisivos; un repaso a todos ellos digo, bastarían para afirmar que estamos viviendo inmersos hasta el cogote en una cultura global hiperreal.

 

Afortunadamente, algunos artistas están recobrando algunos valores plásticos de otro tipo, que en nuestra época bien podríamos llamar metonímicos, en oposición a los valores metafóricos que inundan la cultura global hiper-real. Estos valores metonímicos demuestran que el arte inscrito en la tradición abstracta que ha estado presente en todas las épocas y lugares y no solo en el S XX como creen muchos- proviene de la observación de otras porciones no narrativas de la realidad. En otras palabras el arte abstracto contemporáneo es una aproximación realista basada en las características físicas que el medio utilizado determine. Entender este punto es obligatorio para finalizar la vieja disputa a la que hice alusión antes y para entender que la práctica metonímica es una extensión refinadísima de nociones no-POPulares de realidad presentes en la practica artística actual.

 

La serie INVASIONES de Margarita Posada esta hecha parcialmente en estos términos. Aunque para la artista, “la serie evoca vivencias urbanas”, el tratamiento plano y simple del medio pictórico, la alusión compositiva a los formatos usados y el contraste simple entre zonas blancas y zonas coloreadas, nos meten de lleno dentro de una corriente –todavía no muy definida- que está intentando utilizar intensivamente el medio pictórico. La novedad de estas invasiones dentro de dicha corriente residiría en su carácter liviano. Esto lo podemos notar principalmente en las coloraciones, que se derivan mas de los medios electrónicos que de la pesada tradición académica claroscurista pictórica y que son una obvia consecuencia de la juventud y formación cultural de Posada; y en la manera particular de aplicación del óleo: con palustres y espátulas industriales que aplanan y marcan la materia pictórica a la manera de los trabajadores de la construcción. Y tal vez sean estas dos características, presentes en toda la serie, las que se acerquen a un entendimiento metonímico del medio ambiente urbano en el que ella vive, y no tanto por su aparente trazado de calles o parqueaderos. Todavía falta ver que pasará cuando estas y otras particularidades y fuentes conceptuales sean llevadas por la artista hasta sus ultimas consecuencias, como parece sucederá en algún momento. Por ahora, las serie INVASIONES muestra que es posible remar contra la corriente hiper - real que nos ahoga y este gesto bastaría para comenzar a ver en Posada a una artista singular.

 

Bogotá, Colombia 2003

 

bottom of page